El uso de la tecla “snooze” del
despertador y sus consecuencia Por Sophia Reddig (dpa)
Hay dos tipos de personas: las que se
despiertan temprano a la mañana sintiéndose
recuperadas y se levantan con facilidad. Y
aquellas a las que todos los días les cuesta
salir de la cama y que no dejan de apretar la
tecla “snooze” de su despertador una y otra
vez.
Algunas incluso colocan el despertador antes
de tiempo para ir despertándose de forma
gradual.
Sin embargo, la fama de esta tecla no es muy
buena. En inglés se dice incluso “You snooze
you loose”, algo así como quien tarda en
despertarse, pierde.
También se dice que dormitar así es perjudicial
para la salud. ¿Hay algo de cierto en esto?
“Es algo muy individual”, dice la médica
especialista en sueño Kneginja Richter, de la
Clínica Núremberg en Alemania.
Lo decisivo es cómo se usa esta tecla.
“Si uno la usa una o dos veces y esto le
permite entrar más suavemente en el día, no
representa ningún problema”, señala Richter.
“En realidad, es hasta bueno despertarse sin
estrés”, añade.
Según la experta, que es miembro de la
Sociedad Alemana de Investigación y Medicina
del Sueño, lo mejor es aprovechar los minutos
hasta que suene el despertador de nuevo para
pensar qué traerá el día e ir despertándose.
Evitar el “snooze” sin fin
La cosa se vuelve problemática cuando se
está tan cansado que se vuelve a dormir entre
alarmas. “Quien usa el ‘snooze’ de forma
interminable por la mañana y se duerme entre
cada alarma no se hace ningún favor”, dice
Richter. Explica que, muchas veces, esto hace
que uno esté aún más cansado durante el día.
En casos así, es importante encontrar la
causa de este comportamiento. “Cuando uno
se despierta por sí solo a la mañana y está
descansado no tiene ninguna necesidad de
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y despertarse descansado hay que saber
conocer el propio ritmo para estructurar el día
en función de esto. Alrededor del 70 al 80 por
ciento de las personas duermen mejor entre
las 23:30 y las 7:00 horas. El 20 a 30 por ciento
restante forma parte de las llamadas alondras
o búhos.
Mientras que las alondras tienen sueño en
horario nocturno y se despiertan por la mañana
muy temprano, los búhos pueden quedarse
despiertos hasta tarde en la noche y les gusta
dormir hasta tarde. Entre las alondras suele
haber personas mayores y mujeres, entre los
búhos personas más jóvenes y hombres.
Este cronotipo se suele vislumbrar ya en la
juventud. “En tiempos del coronavirus, sin
personas descubrieron cuál era su propio
ritmo”, explica la médica Richter.
El reloj interno también desempeña un papel
importante. Muchas personas que duermen
poco tienen un ritmo de casi 24 horas
armonizado perfectamente con el día de 24
horas. Otras personas tienen ritmos de hasta
25 horas, lo que puede llevar a un jetlag social
con falta duradera de sueño y con ello, a
problemas de salud.
“Lo mejor es ocuparse desde temprano del
tema y tener en cuenta el propio ritmo al elegir
una profesión, en vez de estar luchando contra
él toda la vida”, aconseja Richter. De esta
forma, probablemente no haga falta usar la
tecla “snooze” una y otra vez.
No poner el despertador o el móvil directamente
al lado de la cama también puede ayudar a
usar menos “snooze”. El historiador alemán
Johannes Graf indica que los inventores
del despertador se lo imaginaron de hecho
bastante distinto.
La historia del “snooze”
“Originalmente, los despertadores no se
colocaban sobre la mesa de luz, sino que
estaban integrados a los relojes de pared”,
cuenta el vicedirector del Museo Alemán de
Relojes en Furtwangen.
“Cuando sonaba el reloj las personas debían
levantarse para desactivar la alarma. Para
que el reloj no sonara todo el tiempo, había
una pausa tras la primera alarma y después
un segundo sonido, casi una forma temprana
del ‘snooze’, pero en el siglo XIX”, abunda.
La tecla para poder ir apagándola desde la
cama surgió a principios del siglo XX. Un reloj
más pequeño y móvil con manija reemplazó al
sino que también podía ser producido de
forma más económica y por eso era también
más accesible para una mayor cantidad de
personas.
Un hombre llamado Robert Türck solicitó el 22
de abril de 1913 en Zúrich la patente de un
reloj móvil en el que la alarma sonaba más de
una vez: había nacido la tecla “snooze” tal
como la conocemos hoy en día.
Más tarde llegaría la invención del radio en
los años 70. Hoy en día, es imposible pensar
en un despertador sin tecla “snooze”. Los
remolones bien lo saben.
dpa / Quelle: Deutsche Presse-Agentur GmbH / Copyright: dpa
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