Hambruna en
barro y hojas para engañar al estómago
Cientos de miles de personas se encuentran al borde
de la desesperación en Madagascar. El sur de este
Estado insular en el Océano Índico, cerca de la costa
este de África, vive la peor sequía en 30 años.
No hay agua potable limpia y apenas hay alimentos.
Desde hace meses, las personas viven de los
frutos de los cactus, barro mezclado con jugo de
tamarindo, saltamontes y hojas. Las organizaciones
humanitarias hablan de “circunstancias desastrosas”.
Desde hace cuatro años apenas llueve en la región.
En los campos no crece nada desde hace tiempo.
Solo queda tierra polvorienta. Los ríos y lagos
están secos. La mayor parte del ganado murió. Las
próximas lluvias se esperan para no antes de mayo,
y hasta entonces faltan aún siete meses. Y siempre y
cuando estas lluvias lleguen.
De acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos
(PMA), unos 1,14 millones de personas en
Madagascar dependen actualmente de ayuda
alimentaria de emergencia. Alrededor de 135.500
niños están gravemente desnutridos. Se estima que
hasta abril, esta cifra aumentará en medio millón de
niños.
“Nos encontramos al inicio de la temporada de vacas
enfrentarán a la inanición”, dijo la portavoz del PMA
en Madagascar, Alice Rahmoun.
Los habitantes ya no saben qué hacer. Algunos de
ellos intentaron incluso quitarse la vida en medio de
la desesperación, de acuerdo con el director de la
organización Aldeas Infantiles SOS en Madagascar,
Jean Francois Lepetit.
La situación de los niños es especialmente dramática.
“Se ven muy mal. Duele incluso hablar sobre ello.
Quien debe luchar por la superviviencia a diario no
puede permitirse pensar en el futuro. Las familias de
agricultores comenzaron a comer las semillas que
iban a plantar. De acuerdo con las organizaciones de
ayuda, esto genera un peligroso círculo vicioso.
Sin semillas, los agricultores no podrán sembrar nada
en la próxima temporada de siembra que comienza
en marzo. Esto hace que sea prácticamente inevitable
Mosa Tovontsoa, un agricultor y ganadero que vive en
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el pueblo de Misangana, en el sur, ni siquiera puede
pensar tanto más allá. “Es mejor comer lo poco que
nunca fue tan grave como este año.
“Vivimos sequías antes, pero solo por uno o dos
meses. Luego volvieron las lluvias y pudimos volver
a cultivar”, señala.
Tovontsoa cuenta que, casi peor que el hambre
agudo, es la falta de agua. “En el río Mandrare ya
no hay ni una gota de agua. Tenemos que cavar
bien profundo en el lecho del río para llegar al agua”,
explica.
Dice que en su pueblo no hay agua potable limpia
hace rato. No hay ni siquiera agua para lavar. “Hace
meses que usamos la misma ropa sucia”, cuenta
Tovontsoa.
No solo Madagascar se vio afectada por una sequía
insualmente fuerte. En muchas otras partes del
mundo, más personas que nunca antes pasan
hambre este año.
De acuerdo con Naciones Unidas, en 43 países hay
actualmente 41 millones de personas afectadas por
millones de hace dos años.
De acuerdo con la ONU, las más afectadas son
Sudán y Yemen. El hambre también es grande en
Burkina Faso, Chad y Nigeria.
De acuerdo con las organizaciones de ayuda, esto se
debe a una combinación poco feliz de varios factores:
tormentas de arena, inundaciones, la pandemia de
coronavirus y crisis coyunturales.
A esto se suman problemas estructurales como una
pobreza extendida, una alta tasa de desempleo,
malos gobiernos, sistemas educativos débiles y
deforestación.
En el sur de Madagascar, donde la hambruna
es especialmente aguda, muchas personas ya
vendieron todo lo que tenían para comprar los pocos
alimentos que quedan en el mercado. Pero los
precios se dispararon a las nubes y la mayoría de los
productos son inaccesibles.
Las organizaciones de ayuda estiman que la
producción de alimentos de este año está hasta un
últimos cinco años.
La organización Médicos Sin Fronteras (MSF)
informa de masas de “personas desprovistas de
todos los medios”. “Algunas de ellas tuvieron que
vender sus utensilios de cocina y no tienen siquiera
recipientes para buscar agua”, de acuerdo con la
coordinadora de MSF en Madagascar, Julie Reversé.