Por Katja Sponholz (dpa)
Comprobado por la ciencia:
estar en la naturaleza hace bien
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Desde que comenzó la pandemia son cada vez
más las personas que sienten la necesidad de estar
en la naturaleza. A falta de alternativas, muchos
descubrieron los encantos de salir a caminar en el
tiempo libre.
“Existen estudios canadienses que han demostrado
que ya estar en la naturaleza 20 minutos tiene buenos
efectos”, dice Andreas Michalsen, catedrático de
Naturopatía Clínica en el hospital Charité de Berlín,
en Alemania.
En concreto, lo que sucede con este tipo de
experiencias en la naturaleza es que disminuyen
el pulso, bajan la presión y el nivel de estrés y se
estimula el sistema inmunológico. Además, las áreas
del cerebro a cargo de la relajación y del sosiego se
ven mejor irrigadas, mientras que los síntomas de
TADH en niños ven mejorías.
La potencia revitalizadora de la naturaleza
Los efectos de disminución del estrés y de
revitalización que aportan las experiencias en la
naturaleza ya están demostrados en más de 100
estudios, dice la psicóloga Anja Görtiz, que trabaja en
la universidad alemana de Friburgo. “No es ninguna
cuestión esotérica. Realmente se puede decir que
ese tipo de salidas generan un aporte”, subraya. Los
también en cómo impactan positivamente en trabas
psíquicas como el miedo o la depresión. Estar en la
experta.
No siempre tiene que ser en un sitio idílico ni en
un bosque perfecto de múltiples tipos de árboles.
Tampoco tiene que ser necesariamente una caminata
de muchas horas por la montaña. Las pequeñas
salidas también pueden ayudar. De hecho, es sabido
que si se traslada a una persona en silla de ruedas
a la naturaleza, pueden registrarse efectos muy
positivos, dice Michalsen. “Lo fundamental es que
nos entreguemos con todos nuestros sentidos a
la naturaleza, eso para mí es vivirla”, señala. Para
Michalsen este tipo de experiencia también puede
darse cuando uno está sentado en una pradera o
recostado observando las nubes.
Ver, oler y oír sin ruidos molestos
Las experiencias táctiles que se potencian, por
ejemplo, abrazando un árbol, no son decisivas para
lograr este efecto, considera el experto, también
médico jefe del departamento de Medicina Interna
y Naturopatía del Hospital Immanuel de Berlín.
“Presumiblemente, entre un 70 y un 80 por ciento
sucede a través de lo visual, y el resto a través de los
aromas y del aire puro. Los estímulos sonoros, como
el canto de las aves o el crujido del suelo, también son
un aporte importante”, detalla.
Por eso, asegura, vale la pena pasear solo por la
naturaleza y sin hacer ruido, en lugar de ir conversando
en grupo o hablando por teléfono. Cuando alguien sale
a trotar por el bosque y va mirando permanentemente
el reloj de entrenamiento o cuando una persona
sale en mountain bike escuchando música con los
los pulmones por haber estado al aire
libre, pero muchos de los efectos importantes de esa
salida quedan en la nada o, literalmente, en el camino.
Dicho en palabras de Michalsen: ”Esa gente respira
el aire puro, pero se quedan sin percibir muchas otras
cosas”.
Simular la naturaleza también ayuda
Cuando uno no vive en el campo ni tiene la suerte
de poder salir con frecuencia un par de horas a
caminar por la naturaleza, tiene otras alternativas.
“Ya con tener una hermosa vista desde una ventana
o con ver imágenes de la vida en la naturaleza
pueden obtenerse efectos positivos”, dice Anja Görtiz.
Además, existen investigaciones llevadas adelante
en su departamento de Psicología Económica que
indican que simular la naturaleza con ayuda de la
realidad virtual también promueve el bienestar.
Andreas Michalsen parte de la base de que no solo
tener una maceta con plantas en una habitación
o poder ver árboles delante de la ventana tiene un
impacto positivo en el bienestar físico y psíquico, sino
también los perfumes bioaromáticos con esencias
naturales o las grabaciones del canto de pájaros. De
todos modos, el experto insiste en lo importante que
es aprovechar cada posibilidad que se dé para vivir y
absorber naturaleza a cielo abierto.
Es más: cuanto más a menudo, mejor. En lugar de
tomarse una vez al año una semana de vacaciones
intensas de senderismo, tiene más
sentido salir varias veces por semana a dar paseos
breves en la naturaleza. Sobre todo porque se
comprueba que esas experiencias al aire libre y
sus respectivos efectos “se van sumando”, apunta
Michalsen. Conclusión: cada pausa o paseo cuenta.
Todos debieran despejarse en la naturaleza al menos
dos horas y media por semana, recomienda el experto.